El proyecto del Poble Espanyol de Montjuïc durante la dictadura del general Primo de Rivera

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España tras la Gran Guerra

España se mantuvo neutral tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, pero su productividad aumentó al vender mercancías a los países en conflicto. No obstante, los beneficios no se repartían equitativamente: los empresarios se enriquecían mientras a las clases trabajadoras se les imponían unas duras condiciones laborales. La tensión era palpable y, entre los años 1917 y 1923, se extendió el pistolerismo, del que los empresarios se servían para asesinar a trabajadores y líderes sindicales. Estos, a su vez, también contrataban a hombres armados. Las reivindicaciones obreras lograron el aumento de la renta y la reducción de la jornada laboral a ocho horas tras la vaga de La Canadenca en febrero de 1919.  La población crece un 30% entre 1920 y 1930 y la vida de los ciudadanos se transforma.

Los fines propagandísticos de la dictadura Miguel Primo de Rivera (1923-1930)

En 1923, para amortiguar las tensiones sociales y con la connivencia del rey Alfonso XIII, se instaura la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Frente al agitado movimiento en las grandes urbes como Madrid y Barcelona, fuera de ellas pervivía la “España negra” condenada a la miseria y al analfabetismo. Las intenciones de Primo de Rivera pasaban por implantar un sistema similar al del fascismo italiano, y nada más llegar al poder prohibió el uso del catalán y acabó con la Mancomunitat. (Serrano Carlos y Salaün 2006)

Era en el marco de esta institución que había empezado a andar el proyecto del Poble Espanyol de Barcelona, inicialmente concebido al amparo del noucentisme, para reflejar un horizonte de modernidad que se quebraría con la dictadura. Las cuatro columnas que Puig i Cadafalch levantó en 1919 fueron derruidas en 1928, un año antes de la inauguración de un espacio del que Primo de Rivera se apropió con fines propagandísticos, rediseñándolo y alargando las obras para legitimar su gobierno. En 1929 iba a tener lugar la exposición internacional de Barcelona, marco en el cual se construyó el Pueblo Español, que tendría una superficie de 118 hectáreas y un coste de 130 millones de pesetas. En ella participaron países como Alemania, Bulgaria, Dinamarca, Francia, Hungría, Italia, Noruega, Rumania y Suiza entre otros. Se venía de la Exposición Universal de 1888, que había supuesto un gran empuje a nivel científico, tecnológico y económico para la ciudad. (Moliner Nuño y E. 2019).

Los orígenes de la exposición Poble Espanyol

Cuando la Lliga adquirió poder en el gobierno de Barcelona promovió instituciones, museos y proyectos científicos. La idea de una nueva exposición internacional la barajaba Puig i Cadafalch desde 1905, con el respaldo empresarial de Fomento del Trabajo Nacional. En 1913 se crea una comisión mixta con representantes de F.T.N. y del ayuntamiento de Barcelona y se nombra comisarios de la organización a Francesc Cambó, Juan Pich y Pon y al mismo Puig i Cadafalch, miembros todos ellos de la Lliga Regionalista. Según Enric Prat de la Riba, fundador de este partido, la nacionalidad manaba de la lengua, la geografía y la historia; su idea era conducir a España hacia una unión federal.

El Poble Espanyol empieza a andar, pues, con la vista puesta en la Exposición Internacional de 1929. Se proyectaron planos para la construcción de una pequeña ciudad que contuviera ejemplos de la arquitectura tradicional de diversas zonas de España para la exposición. El primer esbozo fue el de Puig i Cadafalch y el segundo, tras el advenimiento de la dictadura, el de un grupo de artistas seleccionado por el Comité Central de la Exposición Internacional de Madrid celebrada en 1907 .

Lo que inicialmente iba a ser un emblema de la obra modernizadora de la Mancomunitat terminó convirtiéndose, durante la dictadura de Primo de Rivera, en una plataforma de propaganda de su idea de la nación.  (Hobsbawm Eric J. and Sanz 2001)

El proyecto del Poble Espanyol se dilata

El nuevo grupo de artistas y arquitectos recibió indicaciones de Alfonso XIII, quien expuso sus puntos de vista respecto al nacionalismo español e insistió en que hubiera una zona dedicada a Andalucía. La dictadura de Primo de Rivera se serviría de este largo proceso para justificar en parte su gestión, prometiendo a los barceloneses un nuevo y flamante espacio de ocio y cultura que sintetizaría la identidad española.

Para llevar a cabo el proyecto se hicieron una serie de viajes por España en los que setomaron cientos de fotografías, notas y apuntes. En esta expedición estaban Miguel Utrillo, ingeniero y jefe del proyecto; Xavier Nogués, pintor y dibujante, y los arquitectos Francesc Folguera y Ramón Reventós, que hicieron más de 2000 kilómetros documentando visualmente los edificios que querían reproducir, ilusiones realistas con las que la dictadura pretendía dar una imagen coherente de nacionalidad. El Poble Espanyol —tras el advenimiento de la dictadura, Pueblo Español— mantendría algunos aspectos de la idea inicial, que Primo de Rivera pondría al servicio del entretenimiento, el consumo y la propaganda política. En un principio los edificios tenían que ser de construcción efímera, pero después se optó por materiales vanguardistas como el hormigón armado.

Durante estos años de tensiones y cambios, los etnógrafos aprendieron dos cosas: por un lado, a comercializar el consumo masivo de las imágenes, y por el otro, a distinguir con rigurosidad la práctica fotográfica destinada al público.

La inauguración del Poble Espanyol

La inauguración se celebró el 20 de mayo de 1929, con el crack del 29 como inquietante telón de fondo que motivó que la exposición internacional tuviera un éxito más bien relativo. El Pueblo Español mezclaba comercio y folclore para afianzar el nacionalismo. En ningún lugar fueron tan evidentes las aspiraciones nacionalistas catalanas y españolas como en el Poble Espanyol, cuyo valor radica en haberse mantenido hasta el día de hoy como una entidad viva y arraigada en la ciudad de Barcelona. (Moliner Nuño, Sandra 2021).

El Poble Español de Montjuic recibió en 2023 1,4 millones de visitantes y facturó 8,2 millones de euros.

Bibliografía

Hobsbawm Eric J. and Sanz, Vicent. «La construcion de las Comunidades Nacionales.» Historia

Social, 2001: 203-214.

Moliner Nuño, Sandra. «Un viaje fotografico. La construccion del Pueblo Español.» Ajuntament

de Barcelona, 2021: 6-21.

Moliner Nuño, Sandra, y Santandreu Tudo I.: Redondo Dominguez E. «El pueblo Español de

Montjuich. Su génesis tras un viaje por España.» ACE 39 Arquitectura, Ciudad y Entorno,13 [39],

2019: 233-252.

Serrano Carlos y Salaün, Serge. «Los felices años veinte: España, crisis y modernidad.» Marcial

Pons. Ediciones de Historia, 2006: 213-232.

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