Introducción
La España de los cuarenta fue una sociedad deprimida y sumida en la miseria económica y siguió estándolo durante todo el tiempo que se alargó la dictadura franquista. Sin embargo, atender a la situación que se configuró inmediatamente después de la victoria de los sublevados en la Guerra Civil, es relevante para comprender los diferentes aspectos y es en este sentido, que el articulo: El reclamo de la “justicia social” en las políticas de consenso del régimen franquista de la historiadora catalana Carme Molinero trata de arrojar luz.
Años de estraperlo, hambre y cartilla de racionamiento
La crisis alimentaria de esa primera década del régimen extendió el hambre y la enfermedad. Los productos de primera necesidad estaban sometidos al racionamiento, que funcionó como poco más de un parche ofreciendo alimentos insuficientes y de mala calidad. En este paisaje aciago en el que muchos hombres y mujeres tenían que recurrir al mercado negro para subsistir hicieron fortuna personajes como el estraperlista Julio Muñoz Ramonet, a quien la negociación de los cupos del algodón le permitió empezar a comprar fábricas textiles que habían quedado arruinadas por la guerra pero que tenían derecho a los citados cupos.
Las políticas de consenso del régimen franquista ante el reclamo de la justicia social debido a la dureza de las condiciones de vida de la gran mayoría de la sociedad española, le urgía construir un discurso sensible a esta cuestión. Como señaló en distintas ocasiones Ramón Serrano Suñer, el nuevo Estado franquista solo podía ganarse la legitimidad para reprimir a las voces críticas si abordaba el problema de la pobreza. El armazón teórico de este discurso lo proporcionó desde el principio el ideario falangista, que hacía suya la crítica marxista a la falta de redistribución de la riqueza para asegurar que serían ellos, los estados fascistas surgidos en el periodo de entreguerras, los que encauzarían este anhelo de justicia y libertad. Cabe señalar que la primera historiografía que empezó a trabajar sobre el franquismo relativizó la opción autárquica por la que optó inicialmente régimen.
Previsión Social bajo el régimen franquista
El principal objetivo en julio de 1936, era desarticular no solo el movimiento obrero que empujaba hacia la revolución sino la misma posibilidad, aun teórica, de un modelo social anticapitalista. Una vez aplastada la República, Franco y su aparato estatal proclamaron que habían tomado nota de las desigualdades que habían conducido a la sangría fratricida y que tomarían cartas en el asunto. Y aunque estaba claro a quienes iban a servir, con el tiempo una parte importante de la población terminó por convencerse parcialmente de que el régimen trabajaba por su bienestar. A costa, por supuesto, del silencio impuesto.
La primera medida para canalizar las acciones de política social y para obtener el consenso popular fue el Ministerio de Trabajo, que se ocupaba de las actividades laborales vinculadas a la previsión social bajo el ordenamiento jurídico franquista. La retórica populista y demagógica del ministro José Antonio Giron surtió efecto durante las dos primeras décadas de franquismo. Aunque tuvieran menor relevancia política operativa, la Organización Sindical Española y la Sección Femenina desempeñaron también una importante labor aglutinadora y propagandística, transmitiendo en todo momento las consignas que dictaban los ideólogos franquistas y controlando posibles disidencias.
La política de previsión social, aprobada en julio de 1938, con la guerra todavía en curso, desarrollaría una serie de leyes que perseguían mantener a la mujer en el ámbito de lo doméstico y solidificar las familias que debían criar a los futuros ciudadanos del nuevo estado. En este contexto se enmarcan el Régimen Obligatorio de Subsidios familiares, el Plus de cargas familiares o los préstamos para la nupcialidad. La gran conquista de Girón fue aprobar en 1942, y pese a la oposición de las empresas dedicadas a la asistencia sanitaria, el Seguro Obligatorio de enfermedad, considerado el paso más firme en favor de la justicia social de esa década.
Los años 50 “decenio bisagra”
Hay varios puntos en la cronología de la dictadura a principios de los años 50 que ayudan a explicar que los españoles, desconocedores en gran parte de lo que ocurría en el exterior, interiorizaran progresivamente la falsa percepción de que las condiciones de vida bajo el régimen franquista podían asemejarse a las de las democracias europeas del llamado Estado del Bienestar. En 1950 la ONU decide no mantener el veto a España, y poco después llegaría la ayuda financiera norteamericana. Paralelamente, la conflictividad social de principios de esa década obligaría al franquismo a acometer reformas: la vaga barcelonesa de los tranvías, en 1951, se extendería a otros puntos del país y motivaría un cambio de gobierno y varias medidas en el ámbito laboral. Con el Plan de Estabilización de 1959 se abandona definitivamente el modelo autárquico.
Sin embargo, la otra gran problemática que siempre puso en duda el discurso del régimen sobre la voluntad de asistir a los que menos tenían era la referente a la vivienda. Durante los primeros años se construyó poco, pero se hizo mucha propaganda. Los éxodos que se produjeron en el seno del territorio español tenían que ver también con la necesidad de ganarse la vida: encontrar trabajo en tiempos de posguerra estaba asegurado en las áreas urbanas industriales, siempre y cuando no se discutieran las duras condiciones de trabajo o un salario en caída libre. A menudo, el Estado empleaba la vivienda pública que construía alrededor de estas zonas industriales para forzar a quienes allí trabajaban a no dejar el trabajo si no querían perder la vivienda. La institución clave en este ámbito fue la Obra Sindical de Hogar (OSH). La creación del Ministerio de Vivienda en 1957 centralizó la legislación sobre la vivienda de protección oficial y también el apoyo a la iniciativa privada. Es lo que dio lugar al llamado “barraquismo vertical”. Las viviendas de protección oficial se identificaban por una placa falangista con el yugo y las flechas junto a cada portal.
Los desplazamientos del campo a la ciudad durante el franquismo son tratados en el corto documental El largo viaje hacia la ira (1969) de Llorenç Soler, que muestra el desarraigo y las difíciles circunstancias que encontraban los inmigrantes que llegaban a los núcleos industriales en busca de un futuro mejor. La escasa política de vivienda que se arrastraba desde los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera también favoreció el barraquismo. Los realojados se multiplicaban hasta la extenuación, ocupando solares, espacios urbanos marginales, barrancos, laderas de ríos próximas a las ciudades, carreteras y cuevas de excavación donde se alojaron miles de personas en unas condiciones de vida brutales, sin luz, agua o alcantarillado. A finales de los cincuenta, en la montaña de Montjuic llegaron a contarse alrededor de 50.000 barracas. Algunas voces del mundo eclesiástico denunciaron esta precariedad vital.
El de los cincuenta fue un “decenio bisagra” que modificó la estructura social de forma significativa, adquiriendo algunas de las características de un país desarrollado; sobre todo a nivel industrial y a costa, como estamos viendo, de la miseria en la que vivían muchos trabajadores. El despegue de la industria y de los servicios en las ciudades atrajo a la mano de obra sobrante del campo. Por primera vez en la historia, la población activa española de los sectores secundario y terciario superaba al sector primario. Así se entraría en los sesenta, la década del “desarrollismo”.
Los años sesenta y setenta: Plan de Estabilización y del “milagro económico español”
Tras una breve recesión económica, la puesta en marcha del Plan de Estabilización consiguió rápidamente su propósito y la economía española entra en una fase de crecimiento, desarrollo y expansión sin precedentes, lo que ha venido a definirse como el “milagro económico español”. Entre 1960 y 1970 la economía española creció por encima del 7%, una tasa solo superada por Japón. En aquellos años fueron frecuentes las publicaciones de artículos que reivindicaban el capitalismo como el mejor sistema para afrontar las necesidades sociales del país. Si bien en España no se puede hablar de Estado del Bienestar hasta la instauración de la democracia, esta bonanza económica contribuiría a mantener el apoyo social al régimen, sobre todo por parte de los sectores menos politizados de la población que eran, por otra parte, los más numerosos.
Concluyo con un último vistazo al panorama internacional de principios de los 70, periodo en el que el espejismo de justicia social preconizado por el régimen franquista se tornaría prácticamente insostenible no solo por la convulsión interna del país sino por la crisis del petróleo de 1973, que significó el fin de los “treinta años gloriosos” de la economía capitalista europea que habían arrancado con los acuerdos de Bretton Woods y el Plan Marshall. La dictadura ya hacía aguas por todas partes, como vimos en el comentario crítico anterior, y Franco no tardaría en morir en la cama.
Bibliografía
Moradiellos, Enrique. La España de Franco (1939-1975). Madrid: Editorial Síntesis, 2008.
Molinero, Carme y Pere Ysàs. El règim franquista. Feixisme, modernizacio i consens. 2ª ed. España:Eumo Editorial,2003.
Molinero, Carme, Manuel Risques, Francesc Vilanova (coord.). Sobre el franquisme i Catalunya. Homenatge a Borga de Riquer i Permanyer. 1º ed. Catalunya: Efadós,2015.
Barranquero Texeira, Encarnación. “La Guerra ha terminado”, Andalucía en la Historia, 64 (2019): 6-7.